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"LUGARES DE CONTROL", POR EMILIO FUENTES

Resumen: Lugares de control, corresponde a un conjunto de fotografías realizadas durante los años 2013 y 2014 en la ciudad de Santiago. Compuesto por dieciséis dípticos a color, este cuerpo de imágenes exhibe el registro de mujeres y hombres, que posan frente a la cámara fotográfica, acompañados por una serie de químicos (medicamentos) de consumo cotidiano. Dichos elementos en relación, cuerpos orgánicos y químicos, conforman un grupo fotográfico que además de mostrarse a sí mismo, indaga en los terrenos del fuera de encuadre.

 

            El control, entendido como el dominio de unos por sobre otros, pero también como la regulación de las condiciones internas del organismo, se hace presente en el cuerpo fotográfico Lugares de control. Lo mencionado, es observable a través del vínculo establecido entre un grupo de mujeres y hombres que forman parte de mi entorno próximo –estudiantes, familiares, amigas y amigos– junto a sustancias químicas de consumo diario. Esta acción de consumo, es estimulada por la gran cantidad y diversidad de medicamentos que ofrece la industria farmacéutica, por la hegemonía de medicina tradicional y por las presiones que el ambiente ejerce sobre nosotros. Esto puede gestar además, la dependencia fisiológica de dichos químicos y el indiscutible enriquecimiento del sector económico antes mencionado.

            Frente a lo señalado, la acción de fotográfica y la posterior generación de dípticos que exhiben a los químicos junto a quienes los consumen, se transforman en excusas para presentar una serie de problemáticas sociales, ligadas a la dependencia, a la manipulación y al dominio de la industria farmacéutica.

En lo que respecta a la relación que cada retratado y retratada establece con estos objetos, esta se materializa a través de un conjunto de razones frente al acto de consumo. Según los diversos testimonios, el ingerirlos les permite resistirse al fin de la vida e impedir los quiebres naturales producto del tiempo; evitar el dolor físico y mantener el equilibrio interno por instantes; dominar y apartarse de las propias esencias para evitar el desorden y aplacar el exceso de actividad; permitirles llevar un ritmo de vida acorde a las exigencias propias de la ciudad y optar por no generar nuevas vidas. Estas acciones, que se detienen frente a la cámara fotográfica, muestran a personajes que aparentan estar en equilibrio.

Tomando el mostrar propio de las imágenes y apostando por una lógica apartada de lo predicativo[1], que rechaza el carácter de copia de algo, comúnmente asignado a la imagen fotografía, y a pesar de las desigualdades estéticas de los géneros fotográficos como el documental, artístico, familiar, periodístico, científico, entre otros, cabe preguntarse si es posible que este cuerpo fotográfico compuesto por dípticos, generen imágenes que se refieran a sí mismas. Con esto, se crearía un mostrar propio de las fotografías durante su exhibición, sin la necesidad de textos que cumplan con las funciones de anclaje o relevo.

 

Intentar responder esta interrogante se ve obstaculizado por la falta de consenso respecto a los diferentes aportes de los estudiosos en el terreno de las imágenes, sin embargo este mostrar propio de la imagen fotográfica desprendido del referente o del original registrado por la cámara, puede ser respaldado por una autorrelación que se genera en ellas. En este sentido, los dípticos fotográficos crean imágenes de algo y son capaces de generar sentido, haciendo presente ese algo al espectador. En este caso, es posible que se visibilice la relación de consumo y bienestar físico mediado por el conjunto de medicamentos.

 

[1] Tesis propuesta por Gottfried Boehm en ¿Más allá del lenguaje? Apuntes sobre la lógica de las imágenes, donde el autor intenta demostrar que la lógica de las imágenes no se construye a partir de formas lingüísticas, sino al percibir.

En este cúmulo de retratos fotográficos no hay una separación del ser y su apariencia, como ocurre en el lenguaje, es decir, “el sujeto registrado tiene todos sus rasgos singulares, y todas sus características definidas en un momento exacto; todos los elementos o características propias del sujeto como rasgos fisonómicos y vestimentas, presentes en la imagen, no se emancipan de su concreción” (García 39). En alguna medida, este planteamiento puede conectarse con la autorrelación presente en las imágenes fotográficas por si solas o en el conjunto de ellas como parte de los dípticos, Aquí, cada una de ellas muestra algo mostrándose, invitando a su vez al espectador a  indagar en ellas.

        

Es bajo esta autorrelación dentro de la misma imagen, donde los químicos consumidos pueden o no, ser captados como muletas que forman parte de los terrenos ocultos de cada retratada o retratado, es decir, son uno de los tantos elementos que se disponen en el fuera de encuadre. Sin embargo, frente a la cámara de fotos se accede, en algún sentido, a  la acción de consumo, develando las ayudas y los atajos que estos artificios nos otorgan para llevar una vida en equilibrio. Es así como estas dosis de químicos, pueden mostrarse como elementos imprescindibles que gobiernan los horarios, ordenan sensaciones y calman dolores. En este sentido, no es necesario abordar los terrenos extremos del uso y abuso de drogas para hacernos cuestionar el control que ejercen el conjunto de químicos sobre nosotros, por el contrario, nos demuestra que no hay que estar en un callejón oscuro en la mitad de la noche para sentirnos dependientes de algo.

Otros de los fuera de encuadre que se desprenden del análisis de los dípticos, es que la acción de consumo posibilita el pertenecer a algo, incluirnos en él y con esto responder a las presiones del medio.

Es en esta bifurcación entre persona y químicos, donde el consumo se presenta como un acto más cotidiano, necesario y cercano de lo que quisiéramos. En entornos habituales, Lugares de control muestra a mujeres y hombres de distintas edades que dan cuenta lo “normal” que resulta hoy el uso de sustancias químicas para hacer frente al día a día, y lo necesarias que se vuelven a medida que pasan los años. Estas mezclas de ingredientes que con el tiempo pueden aumentar en cantidad, se vuelven fundamentales para controlar nuestro cuerpo, forzándonos en alguna medida a perder el control sobre nosotros mismos. Estas denominadas muletas nos ayudan a seguir al mando de nuestra vida, pero siempre bajo el riesgo de que sean ellas las que terminen caminando por nosotros.

Finalmente, cada cuerpo retratado es considerado como un lugar donde se metaboliza lo consumido. De este modo, se conforman imágenes que, en su mostrar propio, enseñan aspectos ocultos de cada retratado y permiten que se establezca un vínculo entre el control, el cuerpo orgánico y lo sintético.

Bibliografía:

Boehm, Gottfried. “¿Más allá del lenguaje? Apuntes sobre la lógica de las imágenes”. En: Filosofía de la imagen. Salamanca, Ediciones Universidad, 2011.

 

García, Ana. “Lógica(s) de la imagen”. En: Filosofía de la imagen. Salamanca: Ediciones Universidad, 2011.

Título: Lugares de control

Técnica: Fotografía digital a color.

Número de obras: 16 dípticos - 60x40 cms.

Año: 2013-2014

https://www.emiliofuentestraverso.com/lugares-de-control

Emilio Fuentes Traverso (1983), Santiago.

Magíster en estudios de la imagen de la Universidad Alberto Hurtado. Diplomado en fotografía digital: estética y técnicas (PUC) y Licenciado en educación en biología y ciencias naturales (UMCE), ha compatibilizado su profesión con diversas actividades ligadas a la fotografía. Desde el año 2008 ha participado en exposiciones, talleres, proyecciones y visionados de portafolios en Chile, España, Brasil y México.

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