
"RIZOMA", POR
PAULINA RUBIO
La deconstrucción de la realidad, o aquella conjunción de “convenciones” que intentamos armar y des-armar de manera secuencial, una y otra vez a través en torno a nuestra sensación, percepción y representación (Capponi, 2013, p. 42-47) de lo que vemos y experimentamos, ha conducido el mundo de lo estético desde las imágenes quirográficas hacia los límites de la virtualidad, que en el hoy se manifiestan a través de una multiplicidad de individuos como una reproducción, en contraste a una producción histórica de contenidos y sentidos sobre este “exterior” estimulante.
El aparato psíquico, denominado como tal y descrito por Freud en el S.XX, corresponde a esta ideación de la deconstrucción, paralelo hacia uno de los cambios de paradigma más importantes en la historia del ser humano, la revolución industrial y los nuevos procesos de desarrollo tecnológico apuntados hacia la lógica mercantil y neoliberal que hoy conocemos como una cotidianidad. Muchos hablarían luego sobre esto.
Continuando, es como nace así una nueva concepción acerca de la estructura de una nueva sociedad, y más aún de un nuevo ser humano; el inconsciente (o subconsciente) o thánatos como comúnmente es pronunciado en diversas esferas de la práctica cognitiva hoy en día, promulga nuevas ideas acerca de esta deconstrucción de la realidad llevando la acción del individuo a través de una concepción polarizada de ésta, en un continuo que explora aquello que se oculta y subyace al estado de consciencia, extrayéndolo hacia el mundo para la reinterpretación colectiva.
El collage, como una de las formas más dinámicas de creación y exploración psíquica, permite al ente creador la reproducción de ideas a través de la materialidad y la plasticidad del mundo físico, expandiendo el lenguaje y las maneras del comunicar frente a los nuevos fenómenos de interrelación subjetiva que ocurren en el ámbito de lo cultural, social y político. La joven artista Paulina Rubio, impulsa este deseo desde lo profundo de su experiencia, trayendo consigo imágenes que nos recuerdan a un cierto automatismo psíquico, propio de una forma de reacción instintiva, natural y orgánica frente a los fenómenos del vivir, que, a través de la técnica del collage y una estética lúdica, contemporánea y simbólica, otorga la posibilidad (y posible invitación) a indagar y sumergirse en las profundidades del deseo, los fantasmas y el ello profundo que guarda la historia de las civilizaciones, y de la colectividad misma, todo “ello”, si somos capaces de mirar.
M.L.: Cuéntanos un poco acerca de tu experiencia en relación al collage como metodología de construcción visual, ¿existe algún referente consiente para tu producción artística, considerando tu experiencia tanto académica como del diario vivir?
P.R.: Creo que existen distintos tipos de procesos que he aprendido a través del tiempo; por el lado académico me quedo con enseñanzas de metodologías de abstracción conceptual que he ido puliendo con los años, lo que me ha permitido explorar significados y reinterpretarlos fácilmente. También, pongo en práctica y con disciplina el cultivar la concentración por periodos de tiempos determinados y en soledad. Creo que quien hace este ejercicio a la perfección ha sido Matilde Pérez, artista visual a la cual admiro. Su trabajo tiene mucha teoría y la encuentro una mujer fascinante y visionaria.
Personalmente nunca he sido buena expresando mis emociones dado a que para mí son un torbellino del cual no quiero ser responsable, lo visual ha sido mi medio de comunicación para expresar mis ideas y mi mundo interior. Soy una persona apasionada pero muy dispersa, como un caballo de guerra que nunca sabrá cuando detenerse a menos que en mi entorno exista algún ente distractor. Siento que mis pensamientos trabajan como mínimo a cinco frecuencias distintas tirando para distintos lados, con una facilidad de elasticidad que a mí me sorprende. Durante el día a día me planteo conceptos preestablecidos para luego buscar y encontrar otra perspectiva para darle forma a ese contenido.

M.L.: ¿Qué te motivó a expandir tus prácticas y sumergirte en este tipo de dinámicas? Háblanos acerca de tu obra, ¿Qué subyace bajo este proyecto además del aparente juego estético?
P.R.: No tengo una respuesta certera sobre esta pulsación por querer expandirme y tocar todo lo que se encuentra en mi radar. Tengo claro que comencé a realizar estas piezas gráficas desde los 12 - 13 años. Fue mi medio de comunicación personal, tuve una adolescencia bastante intensa y creía que todas las vivencias personales que desarrolle nadie las comprendería, típico de ese periodo. Ese material lo perdí, sé que algunas las bote y un par debe de estar en alguna caja perdida en la casa de mi papa. Nunca las compartí porque para mí eran intimas y no pensé que nadie estuviera interesadas en ellas, no consideraba que fueran motivos de orgullo ni realización personal, solo los hacia sin ponerme a pensar en un resultado, no reflexionaba lo que creaba. Yo cortaba, pegaba y lo guardaba. No quería darme el tiempo para reflexionar sobre mi entorno y como este afectaba mis procesos internos. Prácticamente estaba en piloto automático.
Cuando me di cuenta de sus potencialidades fue en un periodo corto mientras estaba estudiando en el instituto, pero fue más importarte dedicarme a los estudios y usar mi tiempo libre para otro tipo de actividades. Uno tiene esta rara costumbre de olvidar las cosas que te gusta hacer por otro tipo de responsabilidades, perdiendo el ritmo y el gusto por este tipo de inquietudes. Afortunadamente, y gracias a que tenía mucho tiempo libre, sin trabajo y rodeada de libros y música, pude retomarlo y de ahí no he parado. Ha sido un proceso bastante natural, tengo la sensación que el tiempo no paso, solo se detuvo en un atardecer y cuando volví a “respirar” ya era de día. Estaba esperando esta madurez para alcanzar otros sueños.
El papel siempre ha sido sido revolucionario, lo puedes encontrar en todos lados. Rayo con las texturas que pueda contener esta información, los colores, gramaje. Puedes trabajarlo como plano o darle vida al a través de formas tridimensionales, puedes darle el peso teórico a través de las matemáticas o simplemente jugar con las distintas intensidades de colores.

M.L.: ¿Cómo ves el panorama y escena artística en Chile, desde tu posición como creadora emergente?
P.R.: Conservador. Hoy en día son pocos los espacios que permiten un arte más experimental, ya sea como videoarte, performance, artes escénicas aplicando el uso tecnológico en estas disciplinas. Culturalmente, a nivel general, no estamos preparados para aceptar situaciones fuera del canon debido a prejuicios y porque el sistema no permite el "fallo" solo la "norma". ¿Qué es la normalidad? Lo que le conviene al sistema para perpetuar estados repetitivos, emuladores y sin riqueza intelectual. Trabaje para una revista donde tuve la oportunidad de asistir a una feria de arte de corte internacional. Lo que experimente es lo mismo lo que sucede hoy en día: sociedad patronal donde los malos tratos están en boga, arte cínico.
Por otro lado, y gracias al internet, se han dado a conocer plataformas donde la autogestión y las ganas de mostrar ha sido la tónica de sus conversaciones. Me muevo en un mundo donde la música es muy importante, y Chile está plantando hermosas semillas para el futuro.
Hoy día hace falta un arte inteligente, educativo y a su vez introspectivo, inquisidor y apasionado frente a las carencias reflexivas de las nuevas generaciones. Y estas no tienen la culpa: nuestro sistema educacional tiene carencias y a nivel cultural el capitalismo bloquea el arte de pensar, no fomenta la lectura aplicando elevados impuestos a los libros, estamos siendo bombardeados constantemente de publicidad con estándares de vida y cánones los cuales sólo unos pocos pueden consumirlo, al mismo tiempo que ni nos representa y gran parte de los mortales lucha para poder alcanzarlos.


M.L.: ¿Cuáles son tus proyecciones en relación a tu obra, el crear y tu rol como nuevo artista en tu país?
P.R.: No me considero artista, y personalmente me incomoda usar esa palabra, me queda grande. Soy solo una persona con inquietudes y cuestionamientos personales y colectivos en constante evolución.
Con respecto a mi obra seguiré experimentando con papel, uno nunca puede dejar los orígenes; actualmente estoy muy metida con el tema de visuales y mapping, trabajo en procesos creativos con músicos y dando forma a propuestas estéticas a sus armonías y melodías. En el futuro me gustaría llevar mis obras a otras dimensiones, me encantaría trabajar textiles orgánicos o contribuir con la protección y cuidado del medio ambiente para crear collages con material reciclado.
Ojalá me alcance la vida para hacerlas todas.

M.L.: ¿Cómo significas tu obra (o cualquier obra) dentro del concepto de “arte”, y su utilidad tanto social, política y cultural?
P.R.: Como seres sociales que somos creo que es muy importante pasar por este proceso de autodescubrimiento y despertar frente a un sistema represivo para luego interactuar con los demáss.
Hasta el momento mi obra ha sido bastante personal. No he hecho cuestionamiento político, social y cultural porque primero uno debe conocerse, para saber cómo piensas y expandir tus ideas. Creo vivir ese momento y me siento preparada para sacar mi voz e instaurar un dialogo de cuestionamiento sociocultural.
El arte te debe entregar alas, inspirarte; te debe cuestionar y poner en duda tu ética; tiene el potencial de cambiar la vida, el rumbo de lo que creías seguro en un par de segundos. El arte es humanismo: es el gen innovador y fuego iniciador para la plena libertad e independencia para plantearnos un mundo más amable y justo.



Entrevista realizada y producida por Michell León, para Plataforma (Colectiva). 2018.
Capponi, R. (2013). Psicopatología y Semiología Psiquiátrica (12ª ed., pp. 42-47). Santiago, Chile: Universitaria.